
Ni bien empecé a leer se me vinieron a la cabeza cosas como “Mi vecino Totoro”, “Nausicaä”, “”Ponyo” y mi queridísima “Los mapaches de Pom Poko”, todas del Estudio Ghibli, pero también cosas como: “El nombre del mundo es bosque” y toda la serie de “Terramar” de Ursula K. Le Guin. Todas películas/libros que me ayudaron a crear una conciencia ecologista sin caer en lugares comunes. Una especie de ficción naturista con piscas de ciencia ficción. Lo mismo sucede con al vida de Budori Gusko y otros cuentos.

Aviso: no lean “La estrella Chotacabras” en un dia sensible… me destrozó el corazón en tres páginas. Y, a pesar de todo, da mucha esperanza; esperanza de que hay más gente que quiere un mundo mejor, esperanza de que concientizar no pasa solo por acciones masivas que terminan quedando vacías de contenido.
Igual, reducir este libro a su mensaje ecologista sería una injusticia total. Creo que a medida de que crecemos y algunos, de a poco, nos volvemos más sabios (o intentamos) tratamos de aprender a encontrar el placer en las cosas más sencillas. Este libro nos acerca un poco al anciano sabio que queremos llegar a ser.
P/D: Mucho (sino todo) de la bibliografía de Miyazawa está editada por Satori acá en al argentina; que este sea el primero de muchos, por lo menos para mi.

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