Texto: Tanuki Yuki
Sin lugar a dudas El guardián entre el centeno fue un libro que marcó a una generación. Una generación de adolescentes rebeldes y de post guerra, que llegaban a la adultez viendo los estragos que dejaba a su paso. Y, aunque Holden Claufield nunca haga mención de eso, se pueden ver sus efectos en su descontento constante, en su enojo y en su frustración, su incapacidad para adaptarse a una sociedad que él denomina hipócrita. Holden es un imbécil que critica todo lo que se le cruza (y no sin pensarlo), todo lo analiza para después despedazarlo. Holden es ese adolescente que, hoy muchos años después, todos fuimos. Y todos tuvimos nuestros motivos para ser. Hubo un momento en que descubrimos que los adultos mienten, o son hipócritas o, son simplemente adultos que tienen que lidiar con la vida de adultos que en ese momento nos era ajena. Adaptarse a la sociedad, en muchos casos requiere eso, requiere apaciguar nuestras opiniones un poco, y aprender a convivir con gente que piensa diferente y por eso, no podemos andar por ahí diciendo sin ton ni son todo lo que nos parece. Pero en la adolescencia, es difícil no ver eso como una hipocresía. Y si, ser adulto apesta.
Pero durante todo el libro Saliger / Holden escupe sus pensamientos y sensaciones casi de manera compulsiva, desordenadamente y con una honestidad brutal. Por eso, lo entendemos y nos sentimos identificados con cada miedo, con cada decepción. Y, por un lado rogamos que no crezca, que no ceda frente a la sociedad y el “mundo civilizado”. Pero, por el otro, nuestro lado adulto dice que es imposible, que lo mejor que puede hacer es crecer y adaptarse. Y, si, de nuevo, ser adulto apesta. Sabemos que va a perder algo de eso que nos cautiva y nos atrapa y es esa sinceridad con la que puede odiar a todos y encontrarlos unos pesados y a la vez reírse de los defectos de los otros y encontrarlos cautivantes.
Por momentos, salvando las diferencias de género y de épocas, parece Amelie Nothomb en Biografía del Hambre (ver reseña pasada). Por esa capacidad constante de describir todo cuanto lo rodea y como lo hizo sentir. Pero como el nombre del libro lo indica, Nothom se traga todo y se lo guarda. Salinger lo escupe, y no solo con palabras, aunque nadie más sabe cómo se siente en cada circunstancia, lo escupe en un comportamiento errático e indisciplinado, y por algunos momentos, violento. Pero las dos mentes funcionan a 300 km por hora con asociaciones libres, descripciones de hechos del pasado y sentimientos entremezclados que te hacen sentir que son personas reales de carne y hueso y no personajes.
En un punto (ya haciendo una asociación todavía más libre) ambos me recuerdan a Woody Allen, solo que donde ellos ponen emociones, Woody Allen describe dudas. Pero los pensamientos se suceden a borbotones como agua que sale a presión por un espacio muy pequeño y pareciera imposible de frenar.
Volviendo a Holden. Es imposible no quererlo, es imposible no entender porque se comporta como lo hace, es imposible no ver su lado más noble invisible para el mundo que lo rodea. Holden va a ser siempre le epitome del adolescente rebelde e incomprendido con un corazón de oro. Cualquier adulto que valga la pena conocer fue un Holden de adolescente y espero que algo de eso sobreviva.
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