Todos conocemos la inmortal obra de Antoine de Saint Exupéry, un aviador con corazón de escritor que en los años 40 se alojaba en Nueva York mientras temía por la vida de sus amigos y familiares que se quedaron en París durante la ocupación nazi. Él se sentía solo y deprimido, por lo que comenzó a crear historias en las que se comunicaba con su niño interior, así nace El Principito. Sus amigos en Nueva York veían que El Principito lo ayudaba muchísimo por lo que lo alentaron a seguir escribiendo. Poco tiempo después, aludiendo a experiencias personales (como la rosa que aparece en el libro inspirada en su esposa o el accidente aéreo cuando cayó en un desierto que casi le costó la vida), concluyó la novela e incluyo unas magníficas acuarelas que el mismo hizo para ilustrar la obra.
La obra fue publicada el 6 de abril de 1943 por la editorial Reynal & Hitchcock, en EEUU, en inglés y una semana después se publicó la primera edición en francés.
El principito fue traducido al español por Bonifacio del Carril y su primera publicación en dicho idioma fue realizada en Argentina el 20 de Septiembre de 1951, por la editorial Emecé Editores.
Lamentablemente Antoine de Saint Exupéry no pudo ver la novela publicada en su país natal, ya que murió el 31 de julio de 1944 cuando su avión del Ejército de la Francia Libre fue abatido por un caza alemán.
Imagen de la primera edición en francés.
En Francia, el país natal de Saint-Exupéry, el libro no pudo ser publicado oficialmente hasta que la nación fue liberada de la Alemania nazi. Allí, Éditions Gallimard se encargó de su publicación en 1946. Si bien existen otras fuentes que acreditan que la primera publicación francesa del libro se realizó en noviembre de 1945; paralelamente, otras fuentes señalan que antes de la liberación de Francia algunas copias de las obras de Saint-Exupéry fueron difundidas secretamente, como ocurrió en febrero de 1943, cuando alrededor de mil ejemplares de su relato autobiográfico Pilote de guerre, que describe la invasión alemana a su país, fueron impresos clandestinamente en Lyon.
Con más de 145 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, ha sido traducido a más de 265 idiomas y dialectos, incluyendo al sardo y al sistema de lectura braille, y es uno de los pocos libros modernos que ha sido traducido al latín. En 2005, el libro también fue traducido al toba, una lengua indígena de Formosa, bajo el título de So Shiyaxauolec Nta'a. Esta maravillosa obra ostenta un récord editorial que sólo superan los grandes textos religiosos, debido a su gran capacidad para cosechar adhesiones entre lectores de las más diversas épocas, culturas o generaciones.
A la izquierda, la edición en lectura Braille. A la derecha, la edición en lengua Toba.
Por la fecha en que apareció la obra hay estudiosos de la misma que han querido ver en ella un alegato anti-belicista y una crítica de los nazis y sus aliados, asociando esos tres volcanes del asteroide que "incluso extinguidos hay que seguir vigilando" con los tres países del Eje.
En 2012 se encontraron dos páginas inéditas de El Principito manuscritas por el autor. Las páginas son del mismo material que el original por lo que se sitúan entre 1940 y 1941. La primera de las dos hojas, amarillenta y con varias tachaduras, contiene variaciones de los capítulos 17 y 19 del libro. En la segunda página aparece un personaje nuevo “el crucigramista” que se encuentra buscando una palabra de seis letras que significa “gargarismo”. La solución al enigma no se ha resuelto aún.
Como una carrera contra reloj para tratar de exprimir el jugo comercial al cuento, antes de que la propiedad intelectual pase al dominio público en enero de 2015, la industria editorial y audiovisual lleva varios años lanzando al mercado los productos más diversos, desde una versión en e-book que incluye vídeos y sonidos, hasta la reedición de la famosa novela gráfica firmada por Joann Sfar, pasando por una edición facsímil del manuscrito que se conserva en la Morgan Library & Museum de Nueva York.
A la izquierda, versión cómic japonesa. A la derecha, versión cómic en Argentina.
La obra ha sido adaptada a todos los formatos, se pueden encontrar películas, musicales, series animadas (incluso un anime), obras de teatro, óperas y canciones con alusiones a la trama de la novela. La más reciente adaptación es “El Principito” (Le Petit Prince) película animada francesa dirigida por Mark Osborne, presentada en el Festival de Cannes 2015.
La obra también tiene adaptaciones de audio narradas por diversos artistas, las cuales inicialmente fueron grabadas en discos de vinilo y casetes, al igual que se transmitieron en radio.
Además, se usó como inspiración para crear otras obras no relacionadas, como en el caso de un videojuego de Super Mario y un episodio de la serie Lost ("The Little Prince”).
La marca Toshiba utilizó la figura del principito como símbolo de protección del medio ambiente, mientras que la compañía Veolia Environnement hizo uso del mismo en una campaña contra el tabaquismo.
"Todas las personas mayores fueron primero niños (aunque pocas de ellas lo recuerdan)".
La célebre cita de “Le Petit Prince” da la bienvenida a los visitantes que acuden a Ungersheim, Francia para descubrir el nuevo parque temático inspirado en esta maravillosa obra literaria. El “Parc du Petit Prince” ocupa 24 hectáreas de terreno; en el sitio elegido para la construcción del parque cayó, en 1492, el primer meteorito conservado de la historia, lo que le otorga un valor simbólico con el asteroide B612, planeta donde habitaba el Principito. Auto-proclamado "primer parque aéreo en el mundo", este centro de ocio al aire libre situado en el emplazamiento del fallido Bioscope propone a un público familiar revivir el periplo del Principito, de planeta en planeta, así como sus encuentros con personajes insólitos, a través de una treintena de atracciones respetuosas con el espíritu de la obra original.
Para rendir homenaje a este relato poético, aparentemente infantil, pero cargado de alegorías y simbolismos que lo convirtieron en el favorito de los adultos, los gestores del parque han instalado dos inmensos globos aerostáticos estilo Montgolfier, que representan dos de los planetas visitados por el protagonista: el del rey y el del farolero. La oferta aérea se completa con una atracción de sillas voladoras y un aerobar, donde los clientes pueden tomar algo a 35 metros de altura, sentados y con los pies colgando en el vacío.
Para Jérôme Giacomoni y Matthieu Gobbi, fundadores de Aérophile, éste no es un parque de atracciones al uso, sino un "parque poético", eminentemente familiar, que se aleja del modelo de Disneyland París y está más cerca del concepto didáctico del Parque Astérix o del Futuroscope de Potiers. "Se trata de descubrir la belleza de la naturaleza y El Principito es un especie de mensajero que te contagia su visión", indica Giacomoni.
A ras de suelo, el Parc du Petit Prince ofrece igualmente zorros y ovejas reales, una serpiente-tobogán, una granja de mariposas, un laberinto vegetal, un jardín de rosas, un carrusel con motivos espaciales y un planetario donde se responde a un quiz de preguntas sobre astronomía. Además, hay una tirolina, camas elásticas, un cine en 3-D, una exposición dedicada al padre del invento y hasta un auténtico biplano Antonov 2 de los años 40, parecido al que solía pilotar Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944).
Con un reconocimiento mundial respecto a la genialidad de esta obra, los homenajes no se hacen esperar en todo rincón del mundo y en todas sus formas:
A la izquierda: Fachada de la Biblioteca de l'Universidad d'Aix-en-Provence.
A la derecha: Estampilla "Le Petit Prince", usadas en Francia.
Billete de 50 francos inspirado en Antoine de Saint-Exúpery y su obra.
Estatuas El Principito, inspiradas en las ilustraciones de la obra.