Pueden encontrar su estatua en el Central Park. Y una anécdota extra, relacionada con Alicia y con los libros. Estaba de camino a ver el Monumento al General San Martín y me cruzo con una pequeña galería que tenía en la vidriera obras de Damien Hirst (no debía ser tan pequeña). 

Entré deslumbrada por otras obras y al final casi que pasaba desapercibida encuentro la escultura de Salvador Dalí de Alicia en el País de las Maravillas.

En mi primer año de facultad en la Universidad Nacional de las Artes se estaba realizando una retrospectiva de Dalí en el Museo Nacional y con lo poco que tenía encima compre una lámina de la foto de esta escultura.


Alicia fue siempre mi lugar en el mundo y siempre que me encuentro con algo relacionado lo considero “una señal” de que estoy en el lugar correcto en el momento indicado. Esta escultura en el fondo de esta galería fue como un baldazo de agua fría. Emocionada, le cuento a la persona a cargo de la galería mi situación (me encuentro de luna de miel, y esa escultura fue el puntapié inicial para estudiar y dedicarme al arte). Su reacción fue increíble (y creo que esto sólo pasa en Manhattan). Fue al depósito y salió con dos libracos (porque no hay una manera más apropiada de describirlos) sobre las esculturas de Dalí y me los regaló.


Continué mi recorrido por el Central Park cargando dos libros que pesaban casi más que yo pero no me importó en lo más mínimo, nunca me sentí menos cansada que ese día cargando esos libros. Y nunca voy a poder agradecerle lo suficiente.
Hoy buscando la dirección (por que con tanta emoción durante el viaje ni me fijé como se llamaba la galería ni en qué calle estaba), no me podía permitir escribir esto sin dar los datos exactos de donde sucede la magia, encontré que la galería era Bartoux (104 Central Park).


Si alguno que conoce a alguien de Bartoux (y la teoría de los 6 grados es cierta): ¡gracias!, nunca voy a poder agradecerle lo suficiente.

Hoy, ya desde Buenos Aires, casi todo parece un sueño y la única realidad posible es cuanto tengo que ahorrar para poder volver a irme de viaje porque siempre quedan cosas pendientes por descubrir.

Le dije que no los podía aceptar pero insistió. Ya llena de felicidad y con la voz quebrada de la emoción le contesté que me hizo el viaje, el mes, el año,.. ya no sabía cómo agradecerle el increíble gesto que tuvo y como explicarle lo que significaba para mí. Creo que lo conseguí porque cuando se despedía casi nos ponemos a llorar.

Debo admitir que me acerqué a este libro porque me atrajo la tapa.
Cuando era chica mi papá me había dicho que había varias maneras de elegir un libro:
1. Conocer al autor.
2. Haber leído una recomendación o algo por el estilo
3. Por la tapa.

Si, la última suena medio extraña pero venía con una aclaración: Si lo elegís por la tapa y cuando lees la pequeña sinopsis del reverso te interesa; leerlo es una apuesta. Realmente no sabes con que te vas a encontrar.

Y eso fue con este: linda tapa, hermoso interior con dibujos en los márgenes como diario íntimo y me intereso que me gustaban muchas de las figuras a las que les escribía la protagonista Judy Garland, Amy Whinehouse y River Pheonix, entre otros. Lo primero que pensé es: por favor no seas una especie de autoayuda camuflada en diario adolescente para ayudar a develar preguntas como: ¿Por qué nos morimos?

Bueno algo así pero un poco mejor. Más como un modo de intentar sobreponerme a algo malo, desde la visión adolescente; ya que a la protagonista se le murió la hermana mayor en un accidente automovilístico.

Lamentablemente para mi estoy lejos de la adolescencia y tengo edad para ser un adulto 😑 (don‘t grow Up it‘s a trap!). Pero son pequeñas cosas que hacen pensar que ya no veo el mundo como lo veía y ni siquiera me di cuenta cuando cambió. Lo primero que pensé al leer esto es que era muy triste… ¿Por qué someter a un adolescente a meditar sobre la vida y la muerte? ¿Y sobre la muerte de un ser querido? Y pensé que solo se lo recomendaría a alguno si ya estuviera pasando por una situación así.

Y lo relacione con todo el debate que generó 13 reasons why. La gran duda si ayudaba a comprender los daños que puede generar el bullying o si fomentaba a ver al suicidio como una solución. ¿Por qué van a querer ver eso pidiendo elegir algo más agradable? Probablemente porque son adolescentes, con todo lo que eso implica los momentos de melodrama y los momentos de felicidad absoluta todo junto en 5 minutos.

Sinceramente, todos conviven o conocen o ven con algo relación con el bullying y con la muerte de alguien querido, ya sea victima de la inseguridad o simplemente por edad avanzada o lo que fuera, así que: ¿realmente se llega a algo no ofreciéndoles lecturas que traten el tema? Por lo menos estas lecturas los harán reflexionar y depende del entorno guiarnos en tales reflexiones. Pero lo peor de todo sería si ni siquiera reflexionan.
Los libros están para enseñarnos y ayudarnos a pensar. Estos temas son una realidad diaria actualmente, ¿no sería sobreprotegerlos y perjudicarlos? Nada se soluciona escondiéndolo.

A lo largo de la historia mucho cambio sobre la idea que se tenía de los chicos. En algún momento se los consideró igual que a los adultos, sólo que sin terminar el desarrollo físico (como si el cerebro se desarrollara por completo en los primeros años de vida). La generación de mis abuelos en su mayoría dejaban el colegio cuando aún no habían terminado el primario para ir a trabajar. Los adolescentes hasta no hacía mucho iban a la guerra (¿a los 18 años sos adulto o lo suficientemente adulto como para ir a una guerra?)

¿Como hacer de la transición de la niñez a la adultez lo más sencilla posible? No tengo ni idea. No creo yo haber terminado esa transición con mis 32 años. Pero estoy segura que sin debatirlo y sin pensarlo no.

Hace un tiempo en un viaje, me encontré con un madrileño en un Mango de Amsterdam, era el supervisor o algo por el estilo. Era abogado pero jamás había ejercido porque cuando se recibió, España estaba en crisis económica y no había trabajo para nadie por eso se fue a Amsterdam y empezó trabajando en el depósito de la marca hasta que fue ascendiendo. Pero ya con 34 años sabía que no tenía posibilidades de hacer una carrera con su profesión, la que había elegido, y que volver a España tampoco era muy factible. En seguida me mencionó todos los argentinos que habían emigrado a España en la crisis del 2001. Yo tenía 15 años en esa época y me acuerdo de mucha gente, conocidos míos que se fueron. Peor, no terminaba de entender porque no tenían futuro en el país por lo menos a corto plazo. En mi total ingenuidad le contesté que fue terrible que todos lo sufrimos y nos tuvimos que adaptar económicamente a vivir con menos. Con una gran sonrisa me contestó "Si, nunca es fácil, pero al lado de lo que les tocó vivir históricamente a mis abuelos, no me importa que me toque atravesar una crisis". El me lo decía por la guerra. En seguida me hizo entender, mi actitud era la de una nena de dos años que realmente no conoce los malos tiempos o que esperaba no conocerlos en toda su vida; lo cual es imposible. Tarde o temprano algún mal tiempo vamos a tener que vivir (ya sea por motivos personales o históricos). Y nunca se puede estar 100% preparado. Sólo podes ir mojándote los tobillos para evitar el baldazo de agua fría.

Por Tanuki Yuki.